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El mundo Petri de Alma

Paul Rosas-Santiago y Luz Noyola Méndez


El pueblo de Santa María Ixtlamatqui solía ser un lugar tranquilo durante el crepúsculo, cuando todos se reunían en casa, a platicar o a descansar en silencio, esperando con ansias el caer de la tarde ya que así se anunciaba la cena. Antes del periodo de la gran escasez, el ambiente era tranquilo, ligero, relajado, e invitaba a la serenidad; las luces del vecindario se mostraban tenues y poco a poco se iban apagando hasta no quedar ni una sola encendida. Con el calor del sol de cada mañana, los habitantes despertaban con alegría para iniciar uno de los rituales más importantes del día, el desayuno y es que las personas de Santa María Ixtlamatqui eran de costumbres fijas y de raíces fuertes. Había familias que contaban con muchas generaciones, y al pueblo casi no llegaban personas foráneas ni ocurrían sucesos extraños.

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Figura 1. Pueblo de Santa María Ixtlamatqui

Sin embargo, a partir de esa mañana comenzó un hecho siniestro. En la cocina, un joven buscaba su merienda en todos los cajones de las gavetas, pero no podía encontrarla. Perplejo, veía su plato vacío, mientras sus tripas chillaban sin consuelo. En otro hogar, una señora de edad avanzada observaba su alacena vacía mientras a lo lejos, entre portazos, se escuchaba a un hombre gritar: ¡Déjense de juegos! ¡Tengo que comer rápido! ¡Se me hace tarde!

Entretanto, en el Instituto de Biotecnología, Alma buscaba dentro de su bolso su lonchera, sin encontrar el almuerzo, pensó que por las prisas para llegar a tiempo al laboratorio lo había olvidado. Desde muy temprano se encontraba preparando soluciones y medios de cultivo para realizar un experimento que ha venido programando desde hace semanas sobre la autofagia en las levaduras. Siempre ha sentido fascinación por estos seres unicelulares y eucarióticos, ya que son un buen modelo de estudio dentro del laboratorio. — El uso de las levaduras en el estudio de la biología celular ha sido grandioso ya que nos han permitido entender el reciclamiento de macromoléculas intracelulares y organelos en las células eucariotas y la manera en que este material se digiere dentro de las vacuolas— afirmaba muy seria mientras seguía buscando su almuerzo.

Más allá de lo académico, ella amaba pasar horas observando ese pequeño mundo, el cual no solo contemplaba, sino que también podía alterarlo a voluntad.

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Figura 2. Alma en el Instituto de Biotecnología

En las calles de Santa María Ixtlamatqui continuaban las quejas —¿Dónde está la comida? — se preguntaban varias señoras reunidas que en sus pensamientos trataban de dar una explicación lógica a este suceso. Se miraban unas a otras, corrían a los almacenes buscando abastecerse, pero no había nada que llevarse, todo se había desaparecido.

Aunque pocas veces se habían tenido altercados, comenzó una sensación de desconfianza entre los vecinos de Sta. María Ixtlamatqui. En sus miradas había extrañeza porque el ambiente estaba enrarecido y no era el mismo que ayer. Había algo inusual, indescriptible y aunque todo parecía igual, en realidad no lo era; el cielo, las casas y hasta ellas mismas se sentían distintas. En un momento todos decidieron esconderse en sus casas, llenos de miedo por la incertidumbre e imaginando inútilmente encontrar su cena servida.

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Figura 3. Ambiente enrarecido en el Pueblo de Santa María Ixtlamatqui

En el laboratorio Alma, aun sin haber probado bocado alguno, continuó sus lecturas sobre la autofagia en levaduras y encontró que la mutación de varios genes relacionados a este proceso, denominados ATG, en distintos organismos incluyendo a los mamíferos, disminuyen las respuestas que reconocen y responden a la falta de nutrientes que una célula pueda tener. Toda esta información le permitió entender que las células de levadura usan la autofagia para reciclar las macromoléculas y así enfrentar la escasez de nutrientes.

—¿Piensas continuar con el estudio de supervivencia en levaduras? — le comentó la técnica laboratorista mientras tomaba la probeta con la cual estaba midiendo la solución nutritiva y preparaba los matraces para esterilizarlos en la autoclave— Porque aún no he terminado de preparar los medios sin nutrientes y me quiero ir a almorzar… muero de hambre y no encontré nada en mi casa.

—Sí, claro. — respondió Alma. —El experimento lo tenemos que realizar de acuerdo con lo programado… O quizás lo alarguemos hasta seis días, ya que es crucial mantener a las células de levadura sin alimentos por un largo periodo para inducir la autofagia. Si encuentra algo de comer me lo trae de favor y aquí te pago. Yo tampoco he comido nada aún.

Conforme transcurrían los días sin probar bocado, los habitantes de Sta. María Ixtlamatqui notaban que durante este tiempo sus cuerpos habían experimentado cambios dramáticos, ya que algunos comenzaron a perder peso de manera súbita y otros notaron que sus extremidades desaparecían y con extrañeza miraban que donde antes existía una mano ahora solo quedaba un muñón y donde estaba un ojo solo quedaba un hueco. Lo increíble es que estas partes del cuerpo que desaparecían lo hacían sin dolor, solo se desvanecían sin que las personas pudieran recordar cómo y cuándo sucedió.

Comenzó la histeria, se formaron pequeños grupos que decían que el agua estaba contaminada, se escuchaban peleas y llantos, personas dolientes sentadas en las banquetas acariciando lo que quedaba de su brazo, otros intentaban tomar la iniciativa para ir a buscar ayuda, pero no podían irse, algo se los impedía.

La noche del quinto día transcurrió silenciosa y por la mañana, la gente agotada solo asimiló con horror que continuaba sin aparecer el alimento, que seguían desvaneciéndose partes de sus cuerpos y lo más aterrador era que las personas estaban desapareciendo. Inmediatamente se comenzó a correr la voz en el pueblo, lo que desencadenó el miedo y promovió una junta vecinal en la casa más grande donde unos a otros se comentaban los hechos y exhibían sus mutilaciones. Sin embargo, el ambiente no era alentador, estaban hambrientos, histéricos, incluso había grupos de choque que cuestionaban cualquier decisión.

Al sexto día de haber iniciado la gran escasez, los únicos habitantes que restaban en el pueblo ya no se reunían ni comentaban lo que días previos los tenía perplejos, quizás este desánimo se debió a la falta de algo comestible o a la resignación ante un futuro incierto.

—El experimento ha terminado, este es el último día y fue todo un éxito— comentó la Doctora Tánatos. Los resultados le causaron una sensación indescriptible que le generó una ofuscación mental donde pronto se vio inmersa en un mundo que le revelaba un fenómeno que por su naturaleza resulta espantoso pero útil para seguir viviendo. Se sentó para tomar un poco de aire.

—Quién diría que comerse a uno mismo sirve para mantenerse vivo, ¡que contrariedad! — se decía a sí misma mientras volvía a mirar a través del microscopio y notar que algunas células de levadura estaban aún con vida, pero muchas otras habían muerto.

—Doctora, el ensayo de supervivencia nos mostró resultados interesantes, la cepa BY4741 de Saccharomyces cerevisiae logró superar la prueba mientras que la misma cepa, pero sin el gen ATG1 no lo hizo— espetó una estudiante de doctorado, quien estaba fascinada por los resultados obtenidos.

—Creo que hemos encontrado que este gen ATG1 es importante para la tolerancia a la inanición porque permite que el proceso autofágico suceda de manera normal — propuso la Doctora Tánatos mientras se acomodaba sus lentes en un gesto de regodeo intelectual.

En ese mismo instante la Doctora Tánatos recordó e imaginó paso a paso cómo opera el proceso de la autofagia celular, meditando en la dualidad que este fenómeno representa ya que por un lado resulta fascinante y por el otro espeluznante; morir para vivir.

—El proceso de la autofagia se puede dividir en por lo menos cinco pasos secuenciales, siendo el primero de ellos la iniciación, resultado de un estímulo como la falta de nutrientes, el segundo es la nucleación de la doble membrana y la formación del preautofagosoma cuya estructura es necesaria para ir engullendo la materia orgánica, seguido de la elongación de este autofagosoma para envolver toda esta materia orgánica dentro de sí y posteriormente fusionarse a la vacuola donde finalmente el material secuestrado podrá digerirse. Todos estos datos y evidencias obtenidas de diferentes organismos modelos como las levaduras, gusanos, moscas y ratones nos muestran que la autofagia es un mecanismo molecular conservado a lo largo de la evolución e importante para la supervivencia — comentaba para sus adentros la Doctora Tánatos, mientras se estremecía y se abrazaba a si misma al describir este fenómeno en su mente.

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Figura 4. Mecanismo de autofagia en levaduras

En el pueblo, los habitantes sobrevivientes de la gran escasez mostraban claras mutilaciones en sus cuerpos, pero eso no les impidió correr para reunirse con sus conocidos, amigos y familiares. En ese momento ya nada importaba más que envolverse de ese ambiente tranquilo donde la calma y los alimentos volvían a estar presentes de nuevo en el pueblo. Todos aquellos habitantes no comprendían lo que sucedió con sus vidas, desconocían que fueron parte de un experimento, que eran levaduras e ignoraban por completo que Sta. María Ixtlamatqui en realidad era una caja Petri y que los científicos a través de ellas estaban entendiendo la autofagia celular.

Alma intentó levantarse de su silla y sorprendida vio que su pierna derecha ya no estaba, asustada se levantó y corrió hacia la salida del laboratorio en busca de ayuda, pero debido a la ausencia de su pierna tropezó y cayó justo en el portal de la entrada principal del edificio norte del Instituto. Por un rato se quedó tirada sobre el suelo boca abajo hasta que decidió darse vuelta y mirar el cielo. Respiró con calma y vio pasar las nubes que brillaban por el resplandeciente sol y fue así como Alma notó con horror que ella también estaba atrapada en ese pequeño mundo Petri.

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Figura 5. Alma frente al espejo en su mundo de Petri

Literatura recomendada:

  1. BBC Mundo (2018). ¿Qué es la autofagia y cómo podría beneficiar a tu salud? BBC. https://www.bbc.com/mundo/noticias-44029658
  2. Santillán, M. (2022). Autofagia, un mecanismo de reparación y supervivencia celular. Ciencia UNAM. https://ciencia.unam.mx/leer/1311/autofagia-un-mecanismo-de-reparacion-y-supervivencia-celular


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Acerca de los autores

Paul Rosas Santiago es biólogo por la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla y maestro y doctor en ciencias bioquímicas por la Universidad Nacional Autónoma de México. Actualmente es investigador asociado “C” T.C. en el departamento de biología molecular de plantas del Instituto de Biotecnología de la UNAM campus Morelos donde estudia el tráfico vesicular en células eucariotas. Luz Noyola Méndez es bióloga, Maestra en Ciencias con orientación en biotecnología de hongos comestibles y medicinales. Actualmente se encuentra realizando una investigación sobre la etnobiología y valor nutricional del huitlacoche en Ecosur, San Cristóbal de las Casas.

Contacto: Contacto: paul.rosas@ibt.unam.mx; luznoy@gmail.com

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