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Una infección viral durante el embarazo puede afectar la salud mental de los hijos

L.C.G. Mariana Rivero Romano y Dra. Leonor Pérez Martínez


Cuando un virus, bacteria o cualquier otro agente extraño entra a nuestro cuerpo, se desencadena una serie de efectos internos con el propósito de protegernos contra este intruso. A esto se le denomina “activación del sistema inmune”, lo cual desata cadenas de señales responsables de defender nuestro cuerpo, aunque también es responsable de producir inflamación. Cuando el sistema inmunológico de una mujer embarazada responde, se le llama Activación Inmune Materna (AIM), y la inflamación resultante no es tan beneficiosa para el feto en desarrollo [1].

Aunque podríamos creer que sólo se activa en respuesta a infecciones virales o bacterianas, cada vez hay más evidencia de que factores como el ambiente, estilo de vida, obesidad, las dietas no saludables, el estrés, diabetes, asma, inactividad física, falta de sueño y la exposición al tabaco o la contaminación, también pueden activar al sistema inmune, quizás no de la misma manera que una infección, pero sí resultan en un estado de inflamación que afecta la salud [2].

Se ha observado que, si un bebé se desarrolla en un entorno con inflamación constante, esto puede afectar el desarrollo de su cerebro y lo predispone a presentar trastornos neuropsiquiátricos y déficits en el comportamiento tanto en la niñez como en la vida adulta.

Historia de los virus y la humanidad

Debido a que las pandemias y epidemias han sido parte de la historia humana, se ha estudiado el impacto del contacto con distintos virus durante las etapas prenatales, es decir, durante el embarazo, especialmente el riesgo de problemas de salud mental de los hijos.

Las epidemias anteriores causadas por virus han revelado un patrón de condiciones psiquiátricas, como ansiedad, insomnio, depresión y psicosis (un trastorno grave del sentido de la realidad), en las poblaciones afectadas por el virus correspondiente. Por ejemplo, la primera pandemia registrada ocurrió entre 1889 y 1892, debido al virus de la influenza H2N8, ahora conocida como fiebre rusa.

Durante estos años, se describieron episodios de insomnio, depresión y ocasionalmente psicosis en los infectados. Más adelante, durante la pandemia de influenza de 1918, también llamada gripe española y causada por el virus H1N1, se observó un aumento en la incidencia de una enfermedad inflamatoria del Sistema Nervioso Central (SNC) con síntomas como la ausencia del habla, rigidez, Parkinson y psicosis. Además, se reportaron casos de delirios y demencia [3] (Figura 1).

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Figura 1. Pandemias previas. Representación de la gripe rusa de 1889 (izquierda) y la fiebre española de 1918 (derecha). Enfermedades a causa del virus de influenza, que además de presentar síntomas en vías respiratorias, se reportaron también algunos síntomas psiquiátricos como psicosis, insomnio, depresión y demencia (Crédito de la imagen: Mariana Rivero Fernanda R).

Posteriormente, durante la pandemia de 1957 causada por el virus H2N2, conocida como gripe asiática, al igual que en pandemias de influenza anteriores, se reportaron casos de psicosis en los infectados. Sin embargo, surgieron diferencias entre los grupos de investigación que estudiaron la relación entre la influenza y la esquizofrenia dada por la AIM. Mientras algunos confirmaban esta relación, otros no pudieron replicar estas asociaciones, ya que indicaron que no había diferencias significativas en la probabilidad de que las madres infectadas dieran a luz a niños que desarrollaron la enfermedad, en comparación con las mujeres no infectadas [3].

En un estudio basado en los datos de la influenza de 1957 en Helsinki, Finlandia, se encontró un aumento en la cantidad de ingresos hospitalarios en instituciones psiquiátricas, que se correlacionaba con los datos de madres diagnosticadas con influenza. Más tarde, otro estudio que utilizó datos de Inglaterra y Gales reportó un aumento del 88% en los individuos con esquizofrenia nacidos 5 meses después de la pandemia de 1957 [3].

Más adelante, en 1964, ocurrió la epidemia de rubéola en los Estados Unidos (EE. UU.). El virus de la rubéola es conocido por infectar directamente el cerebro del feto y alterar su desarrollo normal cuando la madre está en contacto con el virus durante el embarazo. Se observó que un gran porcentaje de los individuos nacidos de las madres expuestas (15.7% en comparación con el 3.0% no expuestos) presentaron psicosis y, más tarde, fueron diagnosticados con trastornos del espectro esquizofrénico [3].

Aunque también se han dado casos con resultados diferentes, como en la gripe de Hong Kong en 1968, causada por el virus H3N2, los estudios realizados reportaron que no había casos de psicosis, depresión ni trastornos esquizofrénicos en los infectados [3].

En la siguiente epidemia registrada en 2009, causada por el virus H1N1 y conocida como gripe aviar, los hijos nacidos de madres infectadas apenas tienen alrededor de 13 años, por lo que aún no se sabe si existirán trastornos del espectro esquizofrénico o depresivos en la etapa adulta [3].

Como se ha descrito, la exposición al virus de la influenza (responsable de la mayoría de las epidemias y pandemias), puede generar síntomas y secuelas de origen neurológico en las personas expuestas. Alrededor de 25 estudios han concluido que existe una presencia de esquizofrenia entre la descendencia expuesta a estas infecciones. Por lo tanto, se estima que entre el 14% y el 21% de los casos de esquizofrenia son causados por infecciones maternas [3]. Además, es importante destacar que la presencia de trastornos neuronales se debe en su mayoría a la interacción de varios factores, incluyendo condiciones genéticas, ambientales y experiencias a lo largo de la vida, entre otras causas.

Perspectivas por COVID

Las dificultades en el desarrollo del SNC debido a la exposición materna a virus han sido relacionadas con el desarrollo de psicosis, esquizofrenia, y otros trastornos similares. Esto plantea la interrogante de si la generación expuesta al SARS-CoV-2 durante etapas prenatales podría experimentar un aumento en las enfermedades neuropsiquiátricas, como la esquizofrenia o el autismo en el futuro [3].

La evidencia ha demostrado que otros virus y coronavirus pueden invadir al SNC directamente. Hemos observado que tanto SARS-CoV-1 como SARS-CoV-2 reportan como primeros síntomas neurológicos, la incapacidad de percibir olores y sabores. Sin embargo, es importante señalar que actualmente no contamos con datos suficientes para identificar si existen problemas neuropsiquiátricos en los bebés nacidos de madres infectadas por SARS-CoV-2. No obstante, esta situación representa una oportunidad para investigar si existe una relación entre la AIM y los trastornos del neurodesarrollo.

En conjunto, estos estudios dejan en claro que, incluso si el virus no llega al feto, este puede verse afectado de manera similar por la respuesta inmune materna a la infección. Ahora que hemos revisado la historia de las pandemias, podemos enfocarnos en dos aspectos:

  1. Es fundamental estar conscientes de que evitar contagiarse de enfermedades virales durante el embarazo puede prevenir numerosas complicaciones en el futuro. Sin embargo, sabemos que esto puede ser muy complicado, puesto que muy frecuentemente estamos expuestos a virus y bacterias. Por lo tanto, es crucial cuidarnos para evitar enfermarnos lo más posible. Esto incluye medidas como lavarse las manos regularmente, acudir a revisiones médicas cuando sea necesario, mantener una buena higiene, realizar ejercicio, y seguir una alimentación saludable. También es importante reducir las situaciones que producen un estado de inflamación constante, como el estrés continuo y la exposición a sustancias tóxicas.
  2. Además, estos hallazgos nos proporcionan una base para estar preparados y brindar atención a la salud mental en el periodo post-COVID que se avecina.

Es fundamental ahondar en el estudio de los mecanismos que subyacen la asociación entre infecciones virales/bacterianas durante la gestación y el desarrollo de cambios en el comportamiento de la progenie en la adultez. En este sentido, en nuestro grupo de investigación usamos al ratón como modelo de estudio para caracterizar a nivel molecular cómo una infección viral en la madre gestante impacta el neurodesarrollo de su progenie. Hemos confirmado que la AIM en un periodo específico del desarrollo embrionario conlleva a un comportamiento tipo autista en la progenie adulta.

Pensamos que el conocimiento básico que se genere de nuestras investigaciones sentará las bases para el diseño de estrategias tecnológicas encaminadas a prevenir alteraciones del neurodesarrollo en respuesta a la activación inmune materna.

Finalmente, es de suma importancia transmitir este conocimiento sobre la activación inmune materna y el neurodesarrollo de su progenie y la importancia de seguir medidas preventivas. En este sentido, nuestro grupo ha preparado un cómic que busca informar sobre este tema al público en general [4].

Referencias

  1. Madrid (Europa Press). (02 de marzo de 2018). La Activación del Sistema Inmune en mujeres embarazadas puede influir en el desarrollo cerebral en sus Bebés. Psiquiatria. Disponible en: https://psiquiatria.com/neuropsiquiatria/la-activacion-del-sistema-inmune-en-mujeres-embarazadas-puede-influir-en-el-desarrollo-cerebral-en-sus-bebes/
  2. Dirección de Comunicación Social UAM (10 de mayo de 2021). La variabilidad de la frecuencia cardiaca revela el estatus inmunológico del organismo. Boletines - Comunicación Social UAM. Número 231 Disponible en: https://www.comunicacionsocial.uam.mx/boletinesuam/231-21.html
  3. Zimmer, A., Youngblood, A., Adnane, A., Miller, B., Goldsmith, D. (2021). Prenatal exposure to viral infection and neuropsychiatric disorders in offspring: A review of the literature and recommendations for the COVID-19 pandemic. Brain, Behavior, and Immunity. 91:756-770. DOI: 10.1016/j.bbi.2020.10.024
  4. Rivero-Romano, M. y Pérez-Martínez, L. (2023). Mamá, si tu enfermas ¿qué pasa conmigo? Instituto de Biotecnología.



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Acerca de los autores

La L.C.G. Mariana Rivero Romano obtuvo su grado de Licenciatura en Ciencias Genómicas en 2021 en el CCG bajo la tutoría de la Dra. Leonor Pérez Martínez. Actualmente, está iniciando sus estudios de maestría en la Universidad de Paris, Francia. La Dra. Leonor Pérez Martínez es neurocientífica del IBt, interesada en el estudio de los mecanismos que controlan el neurodesarrollo y la neuroinflamación.

Contacto: leonor@ibt.unam.mx


Agradecimientos: Nuestras investigaciones han recibido financiamiento por la DGAPA/UNAM a través de los proyectos IN217822 e IN213119 y por el CONAHCYT con el proyecto FC 2282.


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