La carta que tardó veinte años en llegar
Francisca Villanueva-Flores
Buenos días, Dr. Agustín
El lunes 27 de enero me invitaron a un Webinar de la revista Biotecnología en Movimiento. Durante la charla, compartí la historia de cómo me convertí en investigadora, una historia que nunca encontré el momento de contarle mientras fui estudiante en el Instituto de Biotecnología en el grupo del Dr. Mario Soberón y luego en el de la Dra. Laura Palomares, y que ahora me permite agradecerle por cómo su artículo marcó un antes y un después en mi trayectoria académica y profesional sin que usted lo supiera.
Soy originaria de Guanajuato, Gto. Estudié la Licenciatura en Química en la universidad estatal y, para llegar a la facultad, debía tomar una pesera que costaba $5 pesos por un trayecto de aproximadamente 4 kilómetros (Figura 1). Una mañana, entre 2006 y 2007, me dirigía a mi clase de química analítica a las 7:00 a.m., por lo que estaba puntual a las 6:30 a.m. en la parada del transporte.
Figura 1. Entrada a la División de Ciencias Naturales y Exactas (Facultad de Química) de la Universidad de Guanajuato. Imagen: Universidad de Guanajuato.
En esa parada había un quiosco verde de revistas (Figura 2). Entre los títulos de espectáculos y chismes del momento, una portada de la revista Muy Interesante llamó fuertemente mi atención. Su titular en letras grandes decía: "Los transgénicos, ¿la comida del futuro?". Me llenó de curiosidad porque nunca había escuchado la palabra transgénicos ni tenía idea de cómo esa “cosa” podía convertirse en la nueva comida. Pero la revista era cara; comprarla significaba gastar el dinero de toda una semana de transporte. Si la adquiría, sabía que tendría que levantarme aún más temprano y caminar los 4 kilómetros hasta la facultad.
Figura 2. JJardín Embajadoras en Guanajuato, Gto. En amarillo se señala el puesto de revistas en que se compró la revista Muy Interesante con el titular "Los transgénicos, ¿la comida del futuro?" y la parada de la pesera aun lado resaltada en rosa. Imagen modificada de Lily A/Tripadvisor (2016).
Finalmente, decidí comprarla. Pagué la revista y, por supuesto, llegué tarde a clase. Esperando la siguiente clase, leí aquel artículo donde explicaban qué eran los transgénicos, cómo se producían, qué ventajas y aplicaciones podían tener y, al final, al responder la gran pregunta del titular, el texto concluía, quizás con una reflexión del editor, que no, que los transgénicos no serían la comida del futuro… ¡serían los insectos! Menuda decepción. Me había entusiasmado todo lo que se podría lograr con la ingeniería genética en materia de alimentos como para que la revista concluyera que si bien era una tecnología muy poderosa cuyos productos podrían integrarse a nuestra dieta, seguiríamos comiendo lo mismo, incluidos los insectos.
"¿Quién es el autor?", me pregunté. Un tal Agustín López Munguía, investigador del IBt-UNAM. No sabía quién era ese señor, ni conocía la existencia del IBt, pero por alguna razón su nombre quedó grabado en mi memoria sin que hiciera más indagaciones.
Ese artículo me llevó por una montaña de emociones: curiosidad, incertidumbre, el dilema de comprar o no la revista, y ya entrada en su lectura, la fascinación por el tema y, finalmente, un desenlace inesperadamente decepcionante. Fue justamente ese final el que me llevó a querer escribir un final alternativo, donde los transgénicos sí fueran la comida del futuro y la ciencia que comenzaba a aprender pudiera resolver los problemas de la sociedad.
Así que orienté mi línea terminal en la universidad hacia la "Tecnología del DNA Recombinante". Me fui al LANGEBIO en Irapuato con el Dr. Luis Herrera Estrella para hacer un verano de investigación, luego mis prácticas y después mi tesis de licenciatura en transgénicos.
Posteriormente estudié la maestría y el doctorado en el IBt. Y un día, mientras caminaba por los pasillos, su nombre resonó en mis oídos: A-GUS-TÍN-LÓ-PEZ-MUN-GUÍ-A… era aquel autor (Figura 3). El mismo que, sin saberlo, me había llevado al mundo de la ciencia. Lo vi varias veces en el nstituto, y para mí fue como ver a un artista cuyo trabajo admiras profundamente. Sentía esos nervios de fan… “¿le digo o no le digo?”. Y finalmente nunca tuve el valor de acercarme y agradecerle por aquel artículo que influyó tanto en mi historia académica.
Figura 3. Imagen del Dr. Agustín López Munguía en la 7ª Semana de Divulgación Científica en la Universidad Autónoma de Aguascalientes. Imagen: Universidad Autónoma de Aguascalientes.
Soy prueba viviente del impacto que puede tener la divulgación científica cuando nace de la generosidad de investigadores dispuestos a compartir su conocimiento y de la pasión con la que lo comunican. Actualmente me desempeño como investigadora en el CICATA Unidad Morelos del Instituto Politécnico Nacional, un centro de investigación ubicado a solo 25 kilómetros del IBt, y lo soy gracias a aquella labor divulgativa que usted realiza, y muy particularmente, aquella que realizó hace casi veinte años en ese mismo instituto sobre los transgénicos.
Me considero, en definitiva, un fruto de la divulgación científica que tomó dos décadas en madurar y comenzar a generar sus propios frutos. Ahora tengo mi propio grupo de investigación y estudiantes, y por supuesto, hacemos (o intentamos hacer) divulgación, esperando nuestro trabajo se convierta en una nueva semilla de curiosidad en las nuevas generaciones (Figura 4).
Figura 4. Dra. Francisca Villanueva Flores y su equipo de investigación en el CICATA Unidad Morelos. Foto tomada en junio del 2024.
Durante mi camino por la preparatoria y los primeros semestres de la universidad; las ciencias biológicas ni siquiera figuraban entre mis opciones. Esto cambió cuando llegó a mis manos el artículo del Dr. Agustín López Munguía.
Al egresar de la Universidad, tuve claro que quería dedicarme a la investigación científica desde un enfoque aplicado. Siempre la he considerado una profesión fascinante, capaz de generar un impacto positivo en la sociedad a través del conocimiento. En este camino ningún día se parece al anterior, y la única constante es un aprendizaje interminable. Desde entonces, la ciencia se ha convertido para mí en ese espacio privilegiado que sigue despertando el mismo asombro genuino e inocente que experimentaba en mi infancia, dando significado a todo lo demás.
Estas GRACIAS Dr. Agustín le llegan 20 años tarde, paradójicamente gracias también a las tareas de divulgación que realiza el Dr. Enrique Galindo. Su artículo fue clave en mi camino académico, y espero que este testimonio sirva para reforzar la importancia de la divulgación y animar a quienes me lean a seguir por ese camino. Nunca duden que la divulgación sí da frutos… algunos tardan en florecer, madurar y dar nuevas semillas, pero lo hacen.
Cerrar este círculo tomó 20 años, y me alegra profundamente poder compartir finalmente esta historia con usted.
Sin duda, aquella revista de 50 pesos y los 4 kilómetros diarios que caminé esa semana fueron la mejor inversión que he hecho.
Un abrazo,
Fran
Lecturas recomendadas
- Preciado, T. (2013, noviembre 25). Enrique Galindo, promotor del uso de la ciencia en la toma de decisiones. La Unión de Morelos. https://www.launion.com.mx/morelos/sociedad/noticias/50307-enrique-galindo-promotor-del-uso-de-la-ciencia-en-la-toma-de-decisiones.html
- López Munguía, A. (2011). ¿Quiénes somos? ¿Cómo ves?, (243). Recuperado de https://www.comoves.unam.mx/numeros/quienes/243
- Livia Segovia, J. (2013). Kaku, M. (2013). La física del futuro: Cómo la ciencia determinará el destino de la humanidad y nuestra vida cotidiana en el siglo XXII. Barcelona: Debolsillo. Cátedra Villarreal, 1(2), 211–215. https:// DOI: 10.24039/cv20131222
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Acerca de los autores
La Dra. Francisca Villanueva Flores es Licenciada en Química por la Universidad de Guanajuato, donde se especializó en Tecnologías del ADN Recombinante y se tituló con honores. Realizó la maestría y el doctorado en Bioquímica, con especialidad en nanobiotecnología, en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), obteniendo en 2019 nuevamente mención honorífica. Posteriormente, fue galardonada con la beca DGAPA, que le permitió realizar una estancia postdoctoral en el Centro de Nanociencias y Nanotecnología (CNyN-UNAM) en Ensenada, Baja California. Ha sido Profesora-Investigadora en la Escuela de Medicina y Ciencias de la Salud del Tecnológico de Monterrey. Actualmente es investigadora titular en el Centro de Investigación en Ciencia Aplicada y Tecnología Avanzada (CICATA), Unidad Morelos del Instituto Politécnico Nacional, y miembro del Sistema Nacional de Investigadores (SNI), Nivel I. Sus líneas de investigación incluyen el desarrollo de partículas tipo virus (VLP) para vacunas, la entrega dirigida de fármacos y el diseño de medicamentos biotecnológicos bajo el enfoque de Calidad por Diseño (QbD). Posee amplia experiencia en el desarrollo y validación de pruebas diagnósticas moleculares, destacando su participación en la validación técnica de la prueba RT-PCR para diagnóstico nacional de COVID-19. La Dra. Villanueva ha recibido diversos reconocimientos nacionales e internacionales, entre los que destaca el Premio al Mejor Proyecto con Impacto Social (Fundación Ramón Molinas y Universitat Oberta de Catalunya, 2023) por el desarrollo de un algoritmo de inteligencia artificial para el diagnóstico temprano de patologías oculares. Asimismo, fue galardonada con un reconocimiento especial del CNyN por su liderazgo científico durante la pandemia. Es autora de tres solicitudes de patente y dieciséis artículos científicos internacionales indexados.
Contacto: fvillanuevaf@ipn.mx