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De toxina a terapia: el veneno de alacrán que transformó la vida de Mateo

Yahir Emiliano Madrid Alarcón y Ángel Yáñez Torres


En un pequeño pueblo rodeado de montañas, vivía un niño de 8 años llamado Mateo, que había sido diagnosticado con tuberculosis, enfermedad que es causada por la bacteria Mycobacterium tuberculosis y es resistente a los antibióticos convencionales. Su madre, Doña Rosa, desesperada por encontrar una cura para su hijo, decidió buscar ayuda en el doctor Hernández, un médico comprometido con la investigación de nuevas alternativas antimicrobianas (Figura 1).

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Figura 1. Mateo en consulta con el Dr. Hernández (imagen generada con Canva, 2025).

Con la esperanza de curar al pequeño Mateo, el doctor Hernández se puso en contacto con Doña Rosa y le explicó sobre el descubrimiento de un compuesto de color azul que tenía un alacrán, en particular llamado Diplocentrus mellici, y que había muchas especies de ese género de alacranes en el estado de Veracruz. Juntos, decidieron embarcarse en la búsqueda del "veneno azul" que podría contener la clave para curar a Mateo. Después de una larga travesía por Veracruz, lograron encontrar alacranes Diplocentrus melici, cuyo veneno contenía un compuesto especial cuya característica visual, era de observarse con un color azul intenso.

El Doctor Hernández estuvo muy motivado para encontrar una cura para Mateo y a partir de varios intentos (que duraron varios meses) se logró separar e identificar la sustancia activa del veneno del alacrán (Figura 2). Esta odisea, la pudo lograr con la importante colaboración de investigadores del Instituto de Biotecnología de la UNAM (mismos que eran sus amigos). Los investigadores lograron identificar que el veneno del alacrán Diplocentrus melici, posee un efecto antibiótico contra microorganismos como la bacteria Mycobacterium tuberculosis, causante de la tuberculosis.

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Figura 2. Dr. Hernández en el laboratorio (imagen generada con Canva, 2025).

El Dr. Hernández pensó mucho en los principios que nos legó el científico francés Antoine-Laurent de Lavoisier (1743-1794) (Figura 3), quien es considerado el padre de la química moderna por sus contribuciones a la disciplina que nos guió en los métodos para identificar los compuestos o elementos que conforman las sustancias químicas. Inspirado en las enseñanzas de este gran genio de la humanidad, el Dr. Hernández y su equipo identificaron unas sustancias llamadas benzoquinonas (una entre muchas otras), siendo éstas las responsables del cambio del color y que, al ponerlas en contacto con el aire atmosférico, el oxígeno modifica al precursor y hace aparecer dos colores en el veneno, uno rojo y otro azul.

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Figura 3. Antoine-Laurent de Lavoisier

De esta mezcla coloreada, se aislaron dos compuestos, uno rojo y otro azul, los cuales se purificaron usando cromatografía. La cromatografía es un método físico de separación utilizado para cuantificar, identificar y separar los componentes de mezclas complejas. Para ello emplea el principio de la retención selectiva, que consiste en el distinto comportamiento de los componentes de una mezcla sobre un soporte específico (como un papel, un gas, un líquido, una resina) y una fase líquida o gaseosa que fluye a través del soporte. Así, en esta mezcla coloreada, los ingredientes que provocan que cambien de color se conocen como benzoquinonas, siendo estas sustancias potentes antibióticos que matan bacterias como Mycobacterium: la diferencia entre uno y otro, es que el componente rojo y el azul son diferentes en el contenido de átomos de oxígeno y de azufre.

Finalmente, luego de un amplio periodo de trabajo por parte del Dr. Hernández y colaboradores del IBt, una tarde soleada, invitaron a doña Rosa y al pequeño Mateo a su laboratorio de investigación para explicarles que el alacrán tiene moléculas que funcionan como antibiótico y que son capaces de combatir la bacteria causante de la tuberculosis.

Mateo le preguntó: ¿Entonces has encontrado la cura para la tuberculosis que padezco? A lo que el Dr. Hernández respondió: “¡claro Mateo!, encontramos el antibiótico que puede combatir la tuberculosis, aunque quiero decirte que todavía faltan muchos estudios (que se conocen como pruebas clínicas) para que este maravilloso nuevo medicamento se pueda usar para muchos pacientes. Se requieren pruebas muy rigurosas, y toma algún tiempo, pero aquí la ventaja es que, al pasar por estas etapas, se puede tener la autorización de la Secretaría de Salud para que puedas tomar el medicamento sin ningún problema. Por suerte, eres muy joven, acotó el Dr. Hernández y vamos a cuidarte todos nosotros; junto con tu mamá estaremos atentos para que tengas una muy buena alimentación que te permita estar sano mientras seguimos trabajando para hacer más pruebas clínicas que nos den certeza de buenos resultados, ¿te parece?”.

Mateo, al escuchar al Dr. Hernández, brincó de emoción y no dudó en abrazarlo. Este mismo gesto se repitió por parte de la madre de Mateo, hacia el Dr. Hernández (Figura 4).

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Figura 4. El pequeño Mateo y el Dr. Hernández (imagen generada con Canva, 2025).

Los autores piensan que el Dr. Hernández pudo haber colaborado en el proyecto que se describe en el siguiente artículo de Biotecnología en Movimiento: “Veneno rojo: un potencial antibiótico contra la tuberculosis obtenido del veneno del alacrán” (ver "Lectura recomendada"), dada la similitud de sus investigaciones.

Lectura recomendada

Cárcamo Noriega, Norberto y Possani, Lourival D. (2019) “Veneno rojo: un potencial antibiótico contra la tuberculosis obtenido del veneno del alacrán”. Biotecnología en Movimiento no. 18, Julio-agosto-septiembre, p. 20-23 (https://biotecmov.ibt.unam.mx/services/pdfDownloader.php?id=MTgqKl8qKjU=)



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Acerca de los autores

Al momento de escribir este artículo, Yahir y Ángel, de 18 años, eran alumnos del 6º semestre de la especialidad de enfermería, del Centro de Bachillerato Tecnológico Industrial y de Servicios 194 de Villa de Ayala, Morelos (y actualmente están siguiendo estudios universitarios en el área de la salud).

Contacto: angelyt.149@gmail.com


Agradecemos la asesoría y el apoyo académico recibido por parte de la profesora de Bioquímica del CBtis 194 de Ciudad Ayala Morelos, la MC Silvia Lizbeth Herrera López para la redacción del presente artículo.


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